lunes, 9 de noviembre de 2009

Noviembre y la muerte en África

“Dichoso mes que comienza con Todos los Santos y acaba con San Andrés”, sin embargo Noviembre es el mes por excelencia en el que recordamos a los difuntos. Hoy quiero compartir algunas experiencias entorno a la muerte. Si uno quiere saber cómo es un pueblo, como vive, cuales son sus pilares y valores fundamentales, como aprecia la vida… entonces está obligado a conocer la manera de despedirse de sus seres queridos, así como el modo de recordarlos. Estoy convencido que no hay nada más humano que nacer y morir, y para los cristianos morir es un nacer para siempre. Es por eso, simple y llanamente, por humanidad, por lo que los cristianos consideramos el enterrar a los muertos como una obra de misericordia. Todo lo que voy a contar sobre la muerte en Costa de Marfil, habla verdaderamente de su misma vida. Es cierto que siempre me ha chocado que en nuestra actual cultura europea, tratemos de esconder la muerte, separándola de la misma vida, bajo escusas psicologizadas de poder traumatizarnos. Hoy me reafirmo en que es un gran error y un atentado contra una verdadera “memoria histórica” respecto a nuestros antepasados y a todos nuestros hermanos.
La primera vez que acudí a un “levantamiento del cuerpo”, (el día en el que el cadáver sale de las cámaras frigoríficas para llevarlo al pueblo donde finalmente será enterrado) Mamá Therese llevaba muerta más de diez días, a la espera de que la familia recaudase suficiente dinero para poder despedirla como se merecía. He de confesar que acudí más que nada por curiosidad, pues no conocía a nadie de la familia. Era primero de mes y todos los suyos habían cobrado y se pudieron hacer las ropas para la fiesta en plan uniformados con el mismo paño africano. Bajo el apatám colocaron el blanco ataúd, recubierto con un majestuoso paño baulé. Entorno a él, todo el mundo venido desde sus respectivas ciudades y poblados para despedirse de ella. Nada de llantos ni lutos por lo que me resultó imposible descubrir quienes eran la familia directa, (la familia africana es mucho más que padres, hermanos, primos y tios) además muchos portaban grandes cuadros con la fotografía de la abuelita. Fue un primer contacto, que por tratarse de una persona anciana tenía olor a fiesta.
El segundo caso fue mucho más doloroso. Fue la primera vez que pude llorar en África. A la vuelta de un viaje nos anuncian la muerte de Cecile. El jueves será la vigilia-vela, y el viernes el levantamiento y entierro. Esta joven de 34 años, con dos hijos, era alumna del centro de desarrollo social que los redentoristas tenemos en Broukro, y aprendía alfabetización y costura. Tras visitar a sus compañeros y expresarles mis condolencias, me invitan a acompañarles hasta la casa de la familia de su amiga y compañera. Ciertamente mi temor era no ser capaz de decir palabra por mi torpeza con el idioma, pero no hizo falta, pues toda palabra sobraba. Simplemente impresionaba ver a sus cerca de 30 compañeros con sus camisas azules y faldas o pantalón negro, simplemente consolando con su presencia y con su llanto expresando el cariño a la familia. En la noche, como una procesición, van los cristianos de la comunidad parroquial de San Marcos, acompañados de sus linternas, uno tras otro, para la vigilia de oración en la calle frente a la casa donde vivía Cecile. Han alquilado unas carpas para la ocasión, con sus sillas, sus luces y bafles. Más que una vela, parece una velada lo que vamos a tener, la música anima la noche. Todos los redentoristas nos hacemos presentes, para dirigir la oración y no sólo acompañar a la familia, sino a toda la comunidad parroquial que siente la pérdida de quien en un tiempo había sido catecúmena pero no llegó a poder ser bautizada. No faltó la hospitalidad en forma de refrescos para todos, o después con algo de comida para los venidos de lejos. La comunidad cristiana ayudó no sólo con la oración y consuelo, sino con una colecta. Morir es el mayor gasto de la vida de una persona.
El “levantamiento del cuerpo” en esta ocasión nada se parecía al de la primera vez. Igualmente en el centro el féretro y todos alrededor. Cubierto por una sencilla tela azul, arropada por su familia, hijos que nos conmovían a todos por la entereza al despedirse de su madre, y sus compañeras que desesperadas rompían en llantos y gritos. Impresionantes las palabras y gestos del sacerdote, Montes, que dirigió a familia, hijos, y compañeros especialmente, palabras de mucho consuelo, y esperanza. Impresionante igualmente el canto del “A-Dieu Cecile, A-Dieu”, que ante el rostro sin vida de la amiga, varios miembros de la comunidad le cantaban. Aquí sólo se dice la palabra “adiós”, para despedirse para siempre de alguien, indicando claramente el lugar al que se dirige, a los brazos del Padre Dios. También el agua bendita recordó que Cecile es una de los nuestros, en recuerdo del llamado “bautismo de deseo del catecúmeno”, ya que la muerte le impidió realizarlo, ahora Dios a buen seguro la ha llevado a buen puerto junto a Él.
El ceremonial continúa más tarde en el cementerio. Todos seguimos acompañando el cuerpo sin vida hasta su último reposo, entre las altas hierbas y los gigantescos árboles. Al fondo bajo uno de ellos se encuentra la fosa. Continúan las oraciones para este duro momento final, se bendice la tumba por varios de los presentes, en recuerdo del bautismo cristiano, incluso algún musulmán roció con el agua bendita la tierra, un gesto que creo que sólo me habló a mí y que para el resto era de lo más normal. Finalmente se introduce el ataúd, y dentro colocan los regalos, numerosas mantelerías, telas, paños, que cubren directamente el cuerpo de Cecile. Es la forma de expresar el cariño, aquí no se suelen usar flores en los funerales. También veo que han metido una cazuelita, un poco de pan y un vaso. Una vez cerrado lo cubren todo con tablas y la sencilla tela que antes cubría el ataúd. Poco a poco y conforme todos depositamos nuestro puñado de tierra, nos vamos retirando. Un último gesto me ha sobrecogido, son los dos hijos de Cecile cogidos de la mano, sin separase uno del otro. La otra mano libre, del hijo más pequeño, con los restos de la tierra pegados a la palma de su mano, tras haber enterrado a su madre. Verdaderamente Dios hace fuertes a los pequeños y los débiles.
Hasta aquí el momento de la muerte, ahora un poco de cómo se recuerda a quienes nos han precedido en la vida, es decir, fiesta de todos los difuntos.
El día 1 celebramos a todos los Santos, pero desde ya se comienzan a recordar a los difuntos. Una larga lista de más de 15 minutos leyendo nombres de familiares muertos, abre la eucaristía de este domingo. A la tarde tenemos “peregrinación” al cementerio municipal. Una procesión de los cristianos de la ciudad para honrar a sus antepasados. Esta costumbre se había interrumpido a causa de la guerra, y este año se vuelve a recuperar, pues parece que los rebeldes están más tranquilos y se goza de cierta paz entorno al cementerio. Eso de que tras la muerte decimos de “descanse en paz” no era tan evidente en Bouaké. Bajo una abundante lluvia, y tras los monaguillos y sacerdotes, todos vamos en procesión entre cantos y rezo del rosario sorteando charcos y barro. Por el camino, la gente va recogiendo las flores que van encontrando. Recuerdo ese precioso árbol florido que fue asaltado por todos como si de cabrillas ante el apetitoso arbusto se encontrasen, todos agarrados arrancando las flores que luego irán depositando sobre las tumbas, especialmente en aquellas que nadie acude a visitar ni recordar. Una vez en el camposanto los curas se van distribuyendo y regando con bendiciones y oraciones a los difuntos y familiares. Después los parroquianos van solicitando la presencia del cura para que rece ante la tumba de su ser querido. Aquí todo el mundo se entierra en tierra, y los que han podido lo arreglan con unos azulejitos preciosos. A buen seguro el difunto no había visto en su casa jamás un cuarto de baño, ni una cocina tan bellamente arreglada. Entre este recorrido me sobrecoge la historia del hijo de nuestro presidente del consejo parroquial, que fue asesinado en la puerta de su casa, en nuestro mismo barrio, cuando en la guerra los rebeldes asaltaban las casas para saquearlas. Tenía 25 años y esperaba un hijo. De esto hace tan sólo 3 años. No escucho ninguna palabra de condena, de odio, ni rencor, simplemente de recuerdo, cariño y oración por la verdadera y duradera paz en el país. Me sorprende lo reciente de todos estos acontecimientos, y comprendo el por qué de tanto deterioro y destrucción. Hace falta mucho tiempo para reconstruir lo que en un instante fue destruido, familias y personas incluidas. La fe ayuda, sin lugar a dudas, a superar todas estas dificultades, así lo he aprendido de esta familia que reza ante el hijo y hermano muerto.
De vuelta una tumba capta mi atención. En ella puedo ver a un matrimonio enterrado junto, uno bajo la cruz cristiana, y otro bajo la media luna musulmana. Esto es ecumenismo más allá de la muerte. Cada uno fiel a su fe, y fiel a su marido o mujer. Ambos juntos en el único Dios.
El día de los difuntos también trajo su curiosidad y aprendizaje. El clero y religiosos de la ciudad han quedado para visitar las tumbas de los padres y hermanas aquí enterrados. Ha sido una lección rápida y completa de toda la historia de esta joven y naciente Iglesia de la Diócesis de Bouaké. Comenzamos en la catedral ante la tumba de único obispo que ha muerto, Mgr. Vital. Luego seguimos este “tour de la morte”, por varias iglesias y finalmente el que quiere ser cementerio diocesano. En total no llegan a 10 los curas y monjas que aquí reposan. Sin duda la historia de la Iglesia aquí no ha hecho más que empezar.
Por cierto aquí no hay buñuelos, castañas asadas, ni huesos de santo para celebrar estos días. Eso sí las escuelas y colegios has disfrutado de una larga semanita de vacaciones.
En fin hoy me he extendido demasiado.
Para los redentoristas, religiosos o laicos, simplemente felicidades en el 277 aniversario de la Congregación y por el nuevo Gobierno General. Para los madrileños o habitantes de la Real Villa de Madrid, felicidades en el día de la Patrona la Virgen de la Almudena. Para todos (y todas) un fuerte abrazo y millones de besos (aquí jamás se besan, así que tengo para todos. Eso sí la mano creo que me la van a desgastar, a todas horas te estrechan la mano, ¿será por eso por lo que tienen la palma tan blanquita?
Bueno hasta pronto¡¡¡

4 comentarios:

Samu dijo...

Touché!

te estás haciendo especialmente hábil con la palabra, no será igual que vivir tu nueva realidad pero nos podemos hacer una buena idea de lo que está siendo para tí.

que diferente todo y que poco parece la misma religión...

gracias por seguir teniéndonos al día!

un fuerte abrazo!

Diosdado dijo...

Gracias por tu testimonio Miguel

Lauri dijo...

Miguel, no sé si mejoras en francés, pero está claro que tu español cada vez es más expresivo y fluido. Gracias por este relato tan profundo. Abrazos blancos!!!

Anónimo dijo...

Sin palabras. Así es como me he quedado an entrar en tu ¿bloc?. No, es mucho mas, muchísimo mas.
Un abrazo muy fuerte

Una escalera desde Aluche a Côte d'Ivoire