sábado, 20 de febrero de 2010

I Cuaresma: manifestaciones, ayuno y poblados

Este viernes ha sido el primero de la cuaresma, para los cristianos es día para abstenernos de comer carne, gesto de todas esas cosas superficiales de las que nos podemos privar cada día.
En África es fácil privarse y abstenerse de esas cosas superficiales, simplemente porque no las tienen. En alguna cuaresma me propuse como gesto privarme del chocolate, y recuerdo lo que me costó mantenerme sin probarlo. También uno reduce la cantidad de comida y ve que no muere de hambre por ello.
En una formación de catequistas ante la pregunta ¿de qué se podría ayunar en esta cuaresma? sus respuestas por escrito fueron éstas: “Bebida (II), alcohol (II), drogas, cigarrillos (III), vicios como la habladuría excesiva (crítica), las salidas y las relaciones sexuales (II); placeres carnales, placeres sexuales, los audio-visuales (películas), juegos peligrosos, medicinas tradicionales.” Esta lista me sorprendió por las cosas que aparecían y que nada tienen de superficiales, quizás es sus casos, las habían incluido simplemente por el excesivo abuso de las mismas; también me sorprendió la ausencia de referencias alimentarias al hablar del ayuno.
Cuando aquí hablan de estas cosas, a nadie se le ocurre privarse del “attiéké”, el plato más popular de Costa de Marfil, una especie de granos sueltos hechos con harina de la mandioca y que se acompaña con todo, algo así como unas migas suelta, en muchos casos es lo único que tienen para poder comer. Por supuesto que tampoco se les ocurriría reducir su alimentación puesto que puede que sólo y con algo de suerte, muchos de ellos coman una vez al día.
Este viernes ha sido día de salir a los poblados y visitar a las pequeñas comunidades de cristianos que tras muchos años poco a poco se van formando. Acompañé al padre Gérad, un redentorista francés, a Lomokankro (Poblado del interior del chef Kan). Al atravesar la carretera vemos que empiezan a congregarse los primeros grupos de manifestantes por la difícil situación socio-política que atraviesa el país.
Llegamos al poblado temprano, y allí ya están esperando los primeros cristianos que reciben la llegada del padre y el nuevo con gran cordialidad. El poblado me parece lejísimos, hemos ido atravesando otros tantos poblados dispersados a lo largo de la pista, siempre llenos de gente entorno al árbol o al fuego de la cocina, sentada o recostada. Son típicos, de casas de barro y paja y algunas de bloque, las menos. Los niños, medio vestidos o medio desnudo, cerca de la pista juegan, pelean y saludan al que pasa. Cuando vi el plano, vi que este poblado es de los más cercanos e importantes a los que vamos, ¿cómo serán los otros?
En el pórtico de una casa se va a celebrar la eucaristía, como hacían los primeros cristianos. No hay hora fija, pero se hace tiempo para que los cristianos vayan llegando. Detrás de la casa están construyendo su humilde capilla, también de barro. Conocen a todos los redentoristas españoles que por aquí han ido pasando, por supuesto que también hablan de Carlos. Cuando hablo con ellos de todos mis hermanos, siento un gran orgullo y doy gracias a Dios por cada uno, y por permitirme formar parte de esta bella y apasionante misión.
Son unos 30 adultos, mujeres en su mayoría, más una docena de niños, la mayor parte bebés. No por ello faltan todos los ministerios posibles que ya hay o que aquí han inventado: lector, traductor, acomodador, orden, danza, limpieza, director, coral, colecta, avisos…
El Catequista es un joven líder, Guillermo dice ser llamado por los españoles. Todos me acogen con gran cariño entre ellos y me nombran desde ya el nuevo cura (párroco) de su comunidad, ésta gente no deja pasar las oportunidades. La verdad que es fácil que te roben una parte de tu corazón con estos chantajes emocionales. “Dios dirá” es una buena respuesta para no crear falsas esperanzas.
Me sorprende que sólo 5 personas hayan comulgado. Esto indica lo lento que es el crecimiento de estas primeras comunidades.
Pasamos toda la mañanao con ellos, hablando y resolviendo problemas teológicos y prácticos que no saben resolver del tipo “¿qué bautismo es mejor el de inmersión o de aspersión?, dicen que el segundo no vale”; “¿puede una católica ayudar a una “celeste”(secta) a ayunar para conseguir una gracia por un problema en su familia?” Quiero ver detrás de estas cuestiones un deseo de mantenerse fieles a la fe recibida y no desviarse rápidamente. El tema de cohabitaciones, concubinatos, poligamia, o resistencia ante el matrimonio son de las mayores obsesiones y problemas de estas comunidades.
Mientras se resolvían los problemas, me he puesto a tocar el tantán y tratar de aprender a tocar el ahokó, ese palo con espiral y un par de semillas que llaman instrumento musical. Es fácil ganarte a esta gente interesándote por sus costumbres, cantar como ellos, danzar o tocar sus aparatos, así como jugar, tocar y besar a sus hijos, algo que les asombra muchísimo que haga un blanco.
Antes de llegar a cada poblado encuentras una gran y densa arboleda que llaman el “bosque sagrado”, junto a él está el cementerio, donde me llama la atención ver las tumbas con cubos de agua boca abajo, que dicen que es por si el difunto en la otra vida tienen necesidad de lavarse. También hay sobre la tumba objetos personales como las sandalias que llevó en su peregrinar por este mundo. A los pies de la tumba varias botellas vacías y clavadas boca abajo en la tierra, con la que regaron la tierra el día del entierro con el fin de emborrachar al difunto antes de entrar en la otra vida. La imagen es sorprendente, en lugar de cruces ves cubos y botellas. En estos poblados las condiciones son mínimas. Tienen luz en sus casas (cuando el gobierno no nos la corta), pero el agua tienen que ir a buscarla bien lejos. He visto a varios niños con las cabezas llenas de llagas, o las manos con heridas desde muy pequeños, y no creo que tengan muchas posibilidades reales de curarse.
Gèrad me ha ofrecido el poder quedarme en algún poblado durante algunos días, para vivir con ellos, así como instruir al catequista y los fieles a modo de cursos intensivos de pastoral. Creo que sería muy interesante y apasionante.
En la tarde-noche tuvimos, ya en el pueblo de Tiébissou, el primer “Camino de la Cruz” (Viacrucis), creo que seríamos más de 400, y verdaderamente impresionaba verlos caminar en la oscuridad, o arrodillados ante cada estación. Muy sorprendente ha sido ver tal cantidad de chicos y chicas jóvenes tan recogidos y rezando quizás por su país, y contrastando con los que esta mañana se estaban congregando para la manifestación contra el presidente.
Éste ha sido mi primer viernes de cuaresma en misión, y verdaderamente lo he disfrutado.
Miguel C.Ss.R.

martes, 16 de febrero de 2010

Mirando a lo escondido de África: un pueblo en marcha

Mañana comienza el tiempo de Cuaresma. Cuarenta días y cuarenta noches para caminar por nuestros propios desiertos. No lo hacemos solos, sino con todo el Pueblo de Dios que camina por el mundo.
Cuando llegas por primera vez a África y empiezas a moverte por sus, llamémosle carreteras, una de las cosas que empieza a sorprenderte es ver a sus gentes todo el día en marcha. Si viajas de día, caminan; si viajas a la hora de la siesta, caminan; si viajas en la tarde, caminan; si viajas en la noche, caminan; y si te crees que has madrugado más que nunca para viajar, caminan. Lo hacen por todas partes, por la derecha y por la izquierda, por carreteras, caminos y veredas. Lo hacen solos o acompañados, mayores y jóvenes, hombres, mujeres y niños.
De modo especial se queda grabado en tu retina esa fila de niños ordenados de menor a mayor y que acaba con la madre con el último bebé sobre su espalda y el penúltimo de la mano. Todos portan sobre sus cabezas alguna mercancía en función de su edad y peso, desde una pieza de mandioca el más pequeño, a la alta torre de panes que la mamá lleva para vender en el mercado. Me recuerda, salvando las diferencias, a la Columna de Nube que acompañó y protegió al pueblo de Israel durante su peregrinar por el desierto.
Para llegar a Bouaké desde Abidjan hay que coger la carretera principal que va de sur a norte y que está repleta de grandes camiones que llevan mercancías desde el puerto a los países del interior de África. Me sorprende ver a las gentes a ambos lados del camino marchar junto a estas grandes máquinas, sin perder el equilibrio, sin perder su ritmo, sin perder el tiempo ni el camino, y lo más importante, sin perder el horizonte.
Estos son los peregrinos de África, los que cada mañana comienzan un nuevo Éxodo. Conocen a donde tienen que llegar, cual es su tierra prometida, que deben hacer, cuanto vender, cuánto tiempo habitarla. Saben lo que buscan y luchan por alcanzarlo. Su cuaresma dura apenas una jornada, justo hasta la puesta de sol cuando tengan que hacer el camino de regreso para volver a sus poblados, muchas veces portando la misma carga, que trataran de vender mañana iniciando una nueva cuaresma de otra jornada. Conocen la promesa, pero aún no la han recibido, ya que este mundo se ha encargado de quitársela.
También en los poblados y en la ciudad la gente marcha. Desde que llegué a Côte d’Ivoire me he preguntado por qué lo hacían, y qué irían pensando mientras caminaban. Durante estos cinco meses me he visto marchando por calles y caminos de nuestro barrio, sólo o acompañado, conversando o simplemente caminando al lado unos de otros. No sé muy bien por qué lo hago, ni en qué voy pensando, pero sí qué es lo ando buscando: al Dios de la Vida que sale en cada uno de los hombres y mujeres que me voy encontrando.
No siempre lo acabo encontrando, y como la mamá que cada día se pone en marcha para vender lo que ayer no fue posible, tendré que volver mañana hasta lograr reconocerlo allí en lo secreto y en lo escondido donde Dios ve y donde Él habita y habla, como nos dice Jesús en el Evangelio de hoy (Mt 6, 1ss).
Esa sigue siendo mi tarea durante esta Cuaresma en África. Descubrir que es lo que Dios ve en lo secreto y en lo escondido. Descubrir al mismo Dios que habita en lo secreto y en lo escondido de cada uno de nuestros hermanos y en lo más profundo de mí ser. Quizás sea ahí donde podamos encontrar la Promesa que todos buscamos.
Mientras tanto ya he comenzado este tiempo de Éxodo y he cambiado de comunidad. Ahora estoy en Tiébissou donde espero conocer esta misión más rural y de poblados. El paseo por las calles del destartalado mercado me ha encantado y empapado al recibir una abundante y reconfortante lluvia, de agua y manos estrechadas.
Por otro lado, el país está harto de falsas promesas y prefiere seguir buscando sin perder de vista el horizonte de su vida, sin dejarse tumbar por camiones que tratan de desestabilizarlos. Tras un día de tregua, hoy han vuelto los cortes de electricidad y de agua. Supongo que seguiremos sin gobierno ni comisión electoral. El presidente sigue dando sus propios golpes al Estado, hasta dejarlo totalmente incapacitado para elegir en libertad un nuevo presidente, que ya toca (10 años en el poder sin elecciones, ni siquiera las ganó hace 10 años). El pueblo aún está muy tocado por la reciente guerra y el miedo no se ha ido todavía, por lo que nadie aquí opina ni habla.
El PUEBLO, en éste como en todos los tiempos, MIRA su Horizonte y simplemente MARCHA.
Nuestro DIOS, en éste como en todos los tiempos, MIRA en el Interior y CAMINA a nuestro lado, en el desierto o en ÁFRICA.
¡Buen tiempo de Cuaresma!

Una escalera desde Aluche a Côte d'Ivoire