lunes, 23 de noviembre de 2009

África mi Maestra


Hola de nuevo. Hoy voy a tratar de contar algo sobre el sistema educativo en Côte d’Ivoire. Puede que lo que comparta no sea del todo cierto, y es que cada vez que pregunto cómo es dicho sistema obtengo una respuesta diferente. La verdad es que es un auténtico lio y desorden. Dicen que oficialmente el curso se inauguró por el 15 de septiembre, pero el miércoles pasado encontré a dos jóvenes que estaban recién llegados a un colegio de nuestro barrio. La mayoría ya piensan en las vacaciones de Navidad que serán sobre el 15 de diciembre. Recuerdo que para los Santos tuvieron una semana de vacaciones, y que en esta semana, el viernes se celebra la Tabaski, o fiesta del cordero de los musulmanes, así que habrá varios días sin clases. Los miércoles es día no lectivo en la escuela, lo que sería nuestra primaria, así que ese día el barrio se llena de chiquillería, pero tampoco es extraño ver a los jóvenes, que sí deberían tener clase, a todas horas en la calle. Tratar de conocer los horarios es una misión imposible, y ver el tablón con el cuadrante de niveles y materias es simplemente un encaje de bolillos. Eso sí todos van muy bien uniformados, ellos de color beige, y ellas con blusa blanca y falda por los tobillos azul marino. Los zapatos ya pueden llevar los que quieran, pero hasta hace poco el “papá Estado” obligaba a utilizar zapatos cerrados, si bien los subvencionaba. Esto es sólo un ejemplo de cómo esta gente ha estado siempre dependiendo del gobierno de turno, y conformándose con lo que recibían, impidiendo un auténtico desarrollo, y anulando la iniciativa y motivación, pero eso es otra historia. Esta mañana he visto a los jóvenes uniformados ir para sus colegios, pero al poco rato los he vuelto a ver volver para sus casas. Esa es la tónica desde hace dos semanas y parece que se alargará hasta el 5 de diciembre. La causa es que los profesores están de huelga, y los alumnos tan contentos. El motivo de la misma, os lo imagináis, los sueldos. Antes los profesores eran alojados en casas por parte de “papá Estado”, pero eso se acabó y ahora reciben una limosnita que se suma al sueldo base destinada a la vivienda. Otra ayuda a dicho sueldo está en función del número de hijos que el “funcionario” tenga, y como éstos son numerosos, puede que en el mejor de los casos lleguen a los 300€ mensuales. Lo que se refiere a la Universidad sigue siendo un misterio para mí. Bouaké llegó a tener un gran campus, pero durante la guerra de 2002 fue saqueado y está abandonado, bueno ahora se ha convertido de manera espontánea en un vertedero de basuras. Dicen que sigue habiendo universidad aquí, pero nadie me dice donde, ni cuando comienzan las clases. Desde que llegué he logrado saber que están de “composición” algo así como los exámenes, pero éstos no tienen fecha fija, dependen de cuando el profesor de turno quiera venir desde Abidjan para que los alumnos hagan su prueba. Estas pruebas además son siempre en la misma aula para todas las carreras, así que nunca sabes cuándo te tocará. Quienes ya han hecho algunas “composiciones”, siguen a la espera de resultados, pero como la paciencia es aquí una de las mayores virtudes, nadie se inquieta por ello. Puede que para enero ya sepan algo, y es posible, dicen, que en enero algún profesor venga a Bouaké para impartir alguna clase durante algunos días, y luego al cabo de varios meses vuelva para las siguientes clases. Pese a todo, hay gente bien formada y preparada. La fuerza de voluntad de los estudiantes juega a su favor.
Mi contacto directo con la enseñanza ha sido en centros privados de secundaria, dividida de 6º a 3º; y de 2º a Terminal. Estos hacen menos huelgas, pero también las hay para pedir el reconocimiento con todos los derechos de dicha educación, así como la obligatoriedad de la primera etapa de la secundaria. Aquí los salarios van por horas trabajadas, pero son bastante bajos e injustos. Algunos centros las pagan a 600 francos (0’9€), con lo cual el profesor debe pagar el transporte (0’45€) e incluso las tizas que vaya a utilizar. Los buenos centros las pagan a 1000 francos (1’5€), así que con un poco de suerte puedes llegar a las 15 horas semanales y recibir por mes unos 60000 francos (90€). La mayoría de estos profesores tienen que buscar clases en varios centros de la ciudad. Los alumnos pagan por curso entre 50 y 70 mil francos (75-100 €), fraccionado en tres pagos como mínimo.
He estado dando algunas clases de español en un “prestigioso” College, para crear un proyecto de intercambio y comunicación con los alumnos de nuestro Colegio Redentorista de Madrid. El director y la “fundatrice” presumen de ser el primer centro privado de toda la Costa de Marfil desde 1966, sólo 6 años después de la Independencia de Francia, y de haber tenido unos 3000 alumnos justo antes de la guerra de 2002, incluso de que tres de los actuales ministros han estudiado en “el Victor Hugo”. Hoy son 400 los alumnos, y gracias a que la tendencia va en aumento, pues el año pasado fueron tan solo 300. La guerra o crisis como aquí le llaman, obligó a demasiadas familias a huir de Bouaké, la capital de los rebeldes y sus hijos dejaron de estudiar. Parece que poco a poco la situación se está restableciendo, pero aún queda demasiado por hacer. Por lo pronto este ligero aumento de alumnos se vive como un signo de paz y de mucha esperanza. Cuesta demasiado construir sobre lo que en un instante fue destruido. Pese a la “gloriosa” historia de dicho centro, su aspecto recuerda a los Grupos Escolares de nuestros padres o abuelos. Pequeñas aulitas con sus pupitres de madera y sus bancos repletos de chavales. Nada de ventanas, nada de pintura, nada de solería, nada de carteles, nada de mapas, ni de libros, diccionarios (ni de ordenadores por cada dos alumnos). Los alumnos no han sido capaces de situarme España en un dibujo que les hice en la pizarra, para ellos estaba dentro del mismo Mediterráneo, junto a Rusia, en Sudamérica, en Madagascar, o incluso en la mima África (esto sí que es alianza de civilizaciones). Para mi consuelo tampoco sabían dónde estaba Francia, y eso que es la lengua que hablan, además del español que aprenden (bueno… yo seguiré llamándome para ellos Migüel, pues es imposible que lo aprendan, mi paciencia ha dejado perder esa batalla). Los útiles de trabajo del profesor son, la pizarra (de madera pintada en negro), la tiza, la esponja, un libro de novena mano y su voz. Los de los alumnos, su cuadernito con los pitufos en su portada o el nuevo “superhéroe Obama”, su boli bic, y toda la imaginación y trabajo del mundo. Por cierto una dificultad añadida es que en la misma clase hay chicos de las edades más dispares y motivaciones más diversas.
Me he vuelto a extender, pero no quiero acabar sin agradecer y rendir mi pequeño homenaje a todo el personal que se dedica a la educación de los niños y jóvenes, tanto aquí como en España, con todos las dificultades como sabemos que la comunidad docente sufre. Felicidades a todos por vuestra dedicación, compromiso y entrega. “Enseñar a quien no sabe” es una obra de misericordia que el Padre os sabrá premiar.
Y para todos los estudiantes, “dejarse enseñar”, es simplemente una obra de inteligencia y sentido común, desaprovecharla y dejarla pasar teniendo la oportunidad de estudiar y aprender (y vosotros las tenéis de sobra) sería poco menos que una de las mayores estupideces que podríais hacer. Como aquí se da ánimo: ¡Coraje¡¡¡¡ y adelante¡¡¡¡
Yo por el momento continúo dejándome enseñar por cada una de estas experiencias que Dios me está permitiendo vivir en África. C’est l’Afrique, pues África es mi Maestra y tiene mucho que enseñar.
Hasta la próxima. Miguel C.Ss.R.

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