viernes, 22 de enero de 2010

Celebrar y festejar

Llevo tiempo queriendo retomar estas páginas, si bien no encontraba la inspiración, el ánimo ni la ocasión para hacerlo. He tenido que pasar por un largo día reposando en cama tras una ligera, y válgame la expresión, cagalera que me ha obligado a tomarme ese día de retiro y desierto, para una vez renovadas las fuerzas ponerme manos a la obra, con la escritura. Prometo de antemano ser largo, así que perdón y paciencia.
En alguna ocasión pensé compartir las diferentes manifestaciones de fiesta que veo a mi alrededor. Hay mucho que aprender de cómo un pueblo sabe celebrar esos momentos y fechas que consideran importantes en su vida. Estaba seguro que la Navidad sería una ocasión magnífica para aprender de ellos, y así ha sido. Pero no quisiera limitarme a las celebraciones religiosas, si bien son a las que más fácil acceso tengo.
Una de bodas. Hasta ahora sólo he estado en la de una pareja de jubilados, ella protestante y él catecúmeno cristiano. Se celebró en el patio de su casa a la sombra de un magnífico maguero como mejor testigo del Creador. Él fue bautizado, confirmado, recibió su primera comunión y se casó, todo en la misma celebración. Ella casi no comprendía el francés y necesitaba de traductor al baulé. Su “Sí” sonó como un “aaahamm” que les dejó unidos para el resto de sus días. Los invitados no llegamos a la veintena entre familiares, vecinos, clero y miembros de la comunidad parroquial. No faltó la alegría y la fiesta, todo como Dios manda entorno a la mesa, que primero fue altar para la Eucaristía, y después mesa de banquete con abundante vino de palma y como plato sólido unos trocitos de bizcocho casero, con platito del ajuar y cuchara reluciente, yo creo que simplemente era para adornar. Hubo fotógrafo oficial, y dj que amenizó el baile y el cante de los invitados.
Sin ser invitado, he podido sentir de lejos como las celebran tradicionalmente. Se pasan toda la tarde y noche cantando y bailando cantos muy africanos, repetitivos y algo cansinos de voces roncas y muchas palmas acompasadas. Los musulmanes se pasan tres o cuatro días para casarse. El día fuerte es el jueves y puedes ver un desfile de velos y chilabas bordadas que van al festejo. Estos cantos son más pesados si cabe, pues son con grandes bafles a modo de verbena de pueblo, con un chinchinpun insoportable hasta la salida del sol… y así durante tres días. La primera vez que los escuché pensé que se trataba de un funeral, pues se celebran de manera muy similar, pero con menos días de animación. También se conoce que es boda musulmana cuando ves un grupo de hombres juntos por un lado y mujeres por otro. El recién casado no deja pasar la ocasión del festejo para medir un dinerito a todo aquel que vea.
Esta práctica de pedir dinero en las grandes fiestas es muy habitual, y la hacen todo el mundo desde pequeños a grandes, musulmanes y cristianos. Me recuerda a nuestro aguinaldo, pero sin villancicos, anís ni polvorones. Se requiere portar las mejores vestimentas que se tengan y desear un buen deseo, con “bonne fête” basta. Se hace tanto en “la Tabasky” fiesta musulmana, como en “la janvier” (Año Nuevo) donde te desean “bonne année de l’argent” (buen año de dinero) y te extienden la mano. Es digno de ver las calles con ese bullicio de niños desfilando con tan variados modelos y colores. Verdaderamente la calle se viste de fiesta con sus habitantes sin necesidad de recurrir a lucecitas ni guirnaldas. Ellos alumbran con luz propia.
La Nochebuena-Navidad me pilló desprevenido sin saber en qué consistiría. Aquí la Nochebuena no existe, y toda la fiesta comienza después de la Misa de Medianoche, cuando ya es Navidad. Claro que de eso me enteré a posteriori y me tocó repetir cenas. La de Nochebuena la pasé más sólo que nunca, José Mª y yo en un mano a mano y a base de unas sabrosísimas latitas venidas en un paquete desde España. Nunca tardaré tan poco rato en preparar una cena de Nochebuena como este año. Hubo de todo, turrones, polvorones y un villancico redentorista cantado en español. La Misa de Noël fue una gran fiesta en alegría, cantes, bailes, vestidos, felicitaciones. Hay momentos en los que los presentes improvisan y dejan salir sus expresiones de gozo contagiando al que tienen al lado. Como de costumbre en cada Eucaristía fueron dos horas de verdadera comunión. Y una vez celebrado como Dios manda el Nacimiento de Jesús, es turno para comer, beber y bailar. El responsable de la catequesis, Andrés, me “secuestra” y me monta en su moto para llevarme a su casa, donde vamos a celebrar la Navidad. Es decir comer hasta que se acabe, beber un poco y danzar mucho. Estamos en el exterior, no puedo decir a la sombra del manguero, pues es de noche, pero la naturaleza nos protege. Está toda su familia, grandes y chicos, algunos vecinos, y se van incorporando algunos amigos que pasan por la calle. Todos tienen un sitio en la mesa y en la improvisada pista.
El día siguiente fue totalmente diferente. En esta ocasión he de decir que nunca he comido en Navidad con tanta gente y tan en familia como ese día. Es costumbre que cada CEB (Comunidad Eclesial de Base) se junten para comer. Cada familia aporta algo de comida para todos. Los redentoristas somos invitados a una de ellas. Se vive la fraternidad, la amistad, la sobreabundancia de los dones (no solo alimenticios). Ha sido precioso el haber celebrado la Navidad entre la gran familia de los hijos e hijas de Dios, entre la hermandad que viven los cristianos de san Marcos de Broukro. Tras comer, como hacemos entre la familia, vamos a visitar y desear “Joyeux Noël” al resto de hermanos de las otras CBEs. En todas encontré una gran acogida y alegría a la que era fácil sumarse, rompiendo en risa cuando me ponía a bailar con ellos en los patios de sus casas.
La Nochevieja la pasé de manera similar a la Nochebuena, pero esta vez acompañado de mi hermana Carmen que estaba alucinando con tanta algarabía. Nuestra primera cena también fue a la española, esta vez a base de jamoncito y embutiditos deliciosos con sus correspondientes polvorones a más de 30º y al airecillo del ventilador. No hubo este año uvas ni sidra. Como con la Navidad, el Nuevo Año no comienza hasta pasadas las 24h., así que no tiene sentido empezar a comer y celebrarlo antes. Aquí los cristianos pasan de un año a otro celebrando la Misa, por lo que tocó unirse a todos. A las 12, hora española, estábamos escuchando el Evangelio, y a las 12, hora marfileña, terminando de comulgar. La acción de gracias, ya en el 2010, fue una explosión de júbilo, gritos, palmas, aplausos, bailes, congas y un sinfín de expresiones de gozo. Pareció la inauguración de unos Juegos Olímpicos, cuando el cura dio por entrado el “Nuevo Año 2010 de Nuestro Señor”. No hubo necesidad de relojes, pero sí que sonaron las campanas. Y luego a seguir de fiesta…
En estos momentos las celebraciones son otras, esta vez futbolísticas pues se está celebrando la Copa de África. La Côte d’Ivoire es la clara favorita, y la gente vibra con cada partido y cada jugada del héroe nacional Didier Drogba, y si además ganan entonces ya es el acabose, y toda la ciudad retumba en un griterío impresionante, similar al que se escucha cuando en mitad de la noche vuelve la luz eléctrica tras varias horas de corte.
Como me he extendido demasiado prometo escribir próximamente sobre este evento deportivo, pero ya con nuestra selección como ganadora y copa en mano de “los elefantes”.
Hasta la próxima¡
Miguel C.Ss.R.

Una escalera desde Aluche a Côte d'Ivoire